Años más tarde la releí y desde entonces esa historieta ya no existe, no digo más. Pero en aquel momento me supo mal, o sea que como en Cairo también estaban receptivos, me dediqué a ellos en cuerpo y alma y ahí acabó nuestra relación laboral. De vez en cuando volvimos a intentarlo, pero no, no nos encontrábamos. Luego ya me metí en Mr. Brain, en El Jueves, en un montón de cosas decididamente en otra dirección. Con Berenguer, que cuando estaba de ferias y congresos se le veía entrañable y comunicativo, hemos ido hablando un pequeño montón de veces; otras veces, muchas más, me he planteado cómo sería hoy mi vida si hubiera insistido con El Víbora hasta hacerme un sitio entre sus páginas. Quizás igual, quizás no. Qué más da.
Lo que sigue es esa primera historia que me pilló Berenguer para su revista, hace 22 años de ello. Estaba muy contento de mantenerla olvidada en un cajón, no os engañaré, pero en fin, es ahora o nunca. Se le pueden señalar muchos y variados defectos, pero creo que desprende, por encima de todos ellos, esas ganas tremendas de publicar en El Víbora, de formar parte de la familia que besa y envenena. Ahí la dejo, agradeciendo infinitamente a Berenguer haberla publicado un día. Y sobre todo, ¡y ahí estuvo el editor!, no haber publicado la siguiente.
(Bon viatge, Josep Mª Berenguer...)
(I un comentari amic: "Semillas de subversión", al Blog Ausente)
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1 comentari:
Interessant, i gràficament molt conseguida..
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